A pesar de la última crisis económica que azotó con fuerza a occidente, y de las continuas convulsiones que

muestra el sistema, aprovechamos cualquier ínfimo momento de estabilidad para regresar a nuestras

agotadoras rutinas de consumo. No aprendemos, actuamos como si nada hubiera sucedido en éstas últimas

décadas en las que, literalmente, nos hemos cargado el planeta. Y no sólo eso, además de agotar infinidad de

recursos e incrementar masivamente las emisiones de contaminantes, hemos contribuido al empobrecimiento

de los más pobres y al enriquecimiento de los más ricos. Sí, al enriquecimiento de esos ricos que externalizan

las emisiones de CO2 a las economías emergentes e impulsan la desigualdad social abusando, entre otras

cosas, de mano de obra barata. Los mismos ricos a los que les compramos anualmente un teléfono nuevo y las

últimas colecciones de moda cada temporada. Ahora, tómate un instante para reflexionar; ¿De verdad quieres

formar parte de este sistema?

Resulta imperativo percatarse de la infinidad de espejismos que tienen lugar en occidente. Por ejemplo,

pensamos que la sanación del medioambiente se está llevando a cabo sin percibir la verdadera realidad: no

hemos reducido la contaminación, la hemos externalizado a otros lugares del planeta. Casi todo lo que

consumimos está realizado en países emergentes. Nosotros nos limitamos a consumir pero el conjunto del

planeta recibe los efectos devastadores de nuestro sistema económico. ¿Acaso no es una locura aclamar al

perpetuo crecimiento de la economía? Economistas de gran renombre como Serge Latouche, coinciden en que

no sólo tenemos que dejar de crecer ilimitadamente, sino que debemos decrecer si de verdad queremos aspirar

a salvar el planeta y a nuestras generaciones futuras.

Con dicha concepción aviene la llamada teoría del decrecimiento, la cual aboga a un decrecimiento controlado

mediante la disminución de la producción, y consecuentemente, del consumo. El decrecimiento es un camino a

seguir que implica un esfuerzo por parte de todos. Para ello, es preciso acogerse a los pilares del

decrecimiento. ¿Te unes al reto de vivir mejor con menos?

 Contribuye a la reeducación en valores abandonando los comportamientos individualistas y

consumistas por otros que aboguen a la colaboración y a la consecución del bien común.

 Defiende la autosuficiencia local siendo partícipe del empoderamiento local y del cooperativismo.

Consume productos y servicios locales.

 Abandona tu estilo de vida consumista. Puedes vivir mejor con menos, la felicidad no reside en la

acumulación de bienes materiales, sino en la de bienes relacionales: las personas.

 Reutiliza y recicla. Alarga el tiempo de vida de los productos intercambiándolos, dándolos o

vendiéndolos. Consume productos de segunda mano y recicla materiales. Aquello que ya no necesitas

es un bien preciado y/o necesario para otros.

 Defiende sistemas productivos ecológicos y respetuosos con el medio ambiente.

 Adquiere un modelo de vida sencillo sin excesos. La simplicidad voluntaria nos hace menos partícipes

de las injusticias sociales y del destrozo al medioambiente.

Por Iris Molina para Adelita